El hombre debe aprender y debe captar profundamente el hecho de que el principal propósito del sexo no es la satisfacción de los apetitos, sino proporcionar los cuerpos físicos mediante los cuales la vida puede expresarse. Tiene que comprender la naturaleza del simbolismo que está detrás de la relación sexual, y por ese medio captar el alcance de las realidades espirituales. La Ley del Sexo es la ley de las relaciones por las cuales la vida y la forma se unen para que el propósito divino pueda manifestarse. Es ley fundamental de la creación, y rige cuando se trata de la Vida que anima un sistema solar, el nacimiento de un animal o la germinación de una planta. Sexo es la palabra que utilizamos para describir la relación existente entre esa energía que llamamos vida y el conjunto de unidades de fuerza, mediante las cuales esa energía se expresa y construye una forma. Incluye la actividad que tiene lugar cuándo los pares de opuestos se unen, y por ese medio producen una tercera realidad o resultado que atestigua su relación, entonces otra vida aparece en la forma. Tenemos siempre relación, unificación y nacimiento. Tres palabras que contienen la verdadera significación del sexo.
Los hombres han pervertido la verdad y se ha perdido su verdadera significación. En la actualidad sexo significa satisfacer el deseo masculino por el placer sensual y mitigar el apetito físico mediante la perversión del aspecto femenino de ese deseo y apetito. Dicha relación no da los resultados esperados, sino que conduce a un momentáneo segundo de satisfacción, y todo ello está confinado a la naturaleza animal y al plano físico.
Sin embargo, no solamente se considera responsable del problema actual al aspecto masculino, al decir que el hombre utiliza a la mujer para su placer. No puede ser así, porque todo ser humano es cíclicamente hombre o mujer, y los hombres de hoy han sido mujeres en vidas anteriores. No existe sexo, según lo entendemos, en lo que concierne al alma; sólo existe el sexo en la vida de las formas. Únicamente en el proceso de diferenciación, a fin de pasar experiencias, el encarnante hombre espiritual ocupa primero un cuerpo masculino y luego uno femenino, redondeando así los aspectos positivo y negativo de la vida de las formas. Toda la raza es culpable y debe estar activa en el proceso de crear las correctas condiciones y poner orden en el caos actual.
De allí
que en cada vida no sólo se recapitulan las experiencias anteriores sino que se
reasumen antiguas obligaciones, se restablecen antiguas relaciones, se tiene la
oportunidad de saldar antiguas deudas; la posibilidad de retribuir y no progresar,
despertar cualidades hondamente arraigadas, reconocer antiguas amistades y
enemistadas, solucionar detestables injusticias y explicar lo que condiciona al
hombre y hace que sea lo que es. Tal es la ley que ahora reclama un
reconocimiento universal y que, cuando sea comprendida por las personas
inteligentes, ayudará a resolver los problemas del sexo y del matrimonio.